viernes, 15 de abril de 2011

PREVENCIÓN DE LA FATIGA LABORAL

Se puede intervenir evitando la aparición de factores de riesgo laboral que causen efectos de fatiga, desde la regulación de los mismos, hasta en el diseño de los tiempos de recuperación correctos. Es decir, se debe intervenir desde las propias condiciones de trabajo en todo su contexto hasta las propias fases del diseño organizativo, la tareas y funciones, y en las supervisiones y ajustes de mejora que sean necesarios en todo su transcurso. La prevención de la fatiga no puede definirse en un momento dado, ni para cualquier tipo de persona en general, pues debe ser personalizada, dependiendo de factores individuales de la adecuación del puesto a las características personales de quien lo desempeña. Además, la prevención en un momento dado, puede no ser válida ante las modificaciones que experimente el puesto de trabajo a lo largo de un período determinado.




Por lo tanto, periódicamente deben supervisarse las modificaciones y la prevención adecuada al respecto. La formación o la información en estos aspectos sobre las condiciones de trabajo y la fatiga desempeña un papel importante entre las actividades preventivas, pues el conocimiento del riesgo de fatiga es el primer eslabón para establecer una cultura de prevención que intervenga sobre ella. En el campo de la ergonomía existe un interés especial para medir o valorar la fatiga en función de su intensidad, duración y composición de los factores de riesgo intervinientes.

Otros estudios se enfocan a determinar los tiempos necesarios de recuperación. Existen métodos de valoración de la carga física mediante la monitorización de la frecuencia cardiaca. Se realizan mediante instrumentos: pulsómetro o cardiofrecuencímetro, y el Holter (que el trabajador/a lleva de forma ambulatoria, y durante el trabajo va haciendo una gravación de los datos cardíacos). Se ha utilizado para evaluar la carga física de un trabajo, y puede aplicarse para conocer el grado de idoneidad de una persona para ese puesto, así como las posibilidades de adaptación para personas con discapacidad, o para valorar las medidas preventivas a aplicar (descrito en NTP – 295 – 1991, sobre la carga física de trabajo referida en NTP 177 – 1986).

Otros métodos han sido diseñados para valorar la carga mental de trabajo como el elaborado por el Laboratorio de Economía y Sociología del Trabajo (L.E.S.T.) del CNRS, que evalúa la carga mental en función de cuatro indicadores: el apremio de tiempo, la complejidad-rapidez, la atención, y la minuciosidad. Otro método es el del Perfil del Puesto (de R.N.U.R.) que utiliza el término “carga nerviosa” y utiliza dos criterios: las operaciones mentales, y el nivel de atención. Y el método elaborado por la Agencia Nacional para la Mejora de las Condiciones de trabajo (ANACT), que en el apartado del “puesto de trabajo” incluye variables como la “rapidez de ejecución” y “nivel de atención” (descritos en NTP – 179 – 1986, y en 445-1997). Otros más específicos se han diseñado para condiciones de trabajo en un ámbito concreto
como el de valoración de la carga mental para el trabajo hospitalario (descrito en NTO – 275 – 1991).
En el campo de trabajo para el que existen amplias y concretas recomendaciones para evitar la fatiga es en cuanto al uso de pantallas de visualización de datos (descritas en NTP – 232 – 1989), existiendo además normativa o legislación específica al respecto (Reglamento sobre pantallas de visualización de datos). Para valorar los tiempos de recuperación hay métodos
diseñados dependientes de la valoración de la contracción muscular (esfuerzo físico), como la fórmula aplicable para valorar el PD (período de descanso) en función de la duración de la contracción muscular, la duración máxima posible,
la fuerza estática necesaria y la fuerza máxima. Nuestra propuesta aborda un método de medición del VRF, para valoración del riesgo por fatiga en su concepto general (psico-físico) abordando básicamente dos criterios:
por un lado los factores de riesgo laboral incluyendo los de tipo psicosocial, midiendo su intensidad de exposición, duración de la misma y consecuencias concretas en el riesgo respecto a la persona en estudio, y por otro lado la valoración de los efectos de fatiga laboral sobre la propia persona.

FATIGA LABORAL FEMENINA

Las variantes demostradas parecen radicar en los aspectos de la fecundación. Los efectos de la fatiga sobre las disfunciones de la menstruación tienen como resultado una influencia sobre la fecundación. La fatiga laboral puede causar desde irregularidades en la periodicidad del ciclo, dismenorrea, oligomenorrea (menstruación escasa) hasta amenorrea (sin menstruación). Se consideran disfunciones reversibles o recuperables cuando se elimina el riesgo de fatiga, pero no se descarta la existencia de efectos con posterioridad.

FATIGA LABORAL Y EMBARAZO




El embarazo aporta una serie de cambios fisiológicos al organismo, que a pesar de no ser factores de riesgo, suponen para la trabajadora un diferente estado frente a la fatiga de origen laboral. Hay legislación de protección específica de la mujer trabajadora (Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, en su apartado de protección a la maternidad), y la prevención
de la fatiga laboral puede entenderse que se incluye en este aspecto. Los riesgos laborales deben analizarse en función de las modificaciones que surgen con el embarazo, y por otra parte, la adecuación de la persona supondrá diferentes medidas preventivas.




El sistema cardiocirculatorio de la embarazada tiene una sobrecarga funcional previa (por aumento del pulso, del volumen y el riego sanguíneo, de la presión venosa y del volumen minuto cardíaco), por lo tanto, si al corazón se le hace trabajar más aparte del embarazo hay una mayor
sobrecarga que puede hacerla desfallecer. Cuando realiza un esfuerzo cualquiera, la sangre se dirige hacia los órganos y lugares implicados en el trabajo, reduciendo la que se necesita para el útero. En caso de que esto se hiciera muy intenso puede acarrear complicaciones para el feto. La fatiga laboral por esfuerzo físico de la embarazada está relacionada con el aumento de riesgo de hipertensión arterial durante el embarazo, el nacimiento de niños/as de menor peso, con la reducción del peso de la placenta, y con problemas de salud del neonato como enfermedades cardiovasculares y del sistema nervioso central. El levantamiento de cargas, y las posturas forzadas excesivas es causa desde abortos hasta partos prematuros. Otros inconvenientes están relacionados con la postura de trabajo. Diversos estudios afirman que para el embarazo la postura laboral más adecuada es la postura sedente, ya que el mantenimiento en bipedestación es causa de pérdidas de sangre sobre todo en los primeros meses de gestación, reducción de peso en el recién nacido/a, incremento del riesgo de mortalidad del recién nacido/a en el parto, o
de otros trastornos.




Si el diseño ergonómico del puesto no está prediseñado para la situación de un embarazo, y la trabajadora se encuentra que tiene que realizar esfuerzos y posturas forzadas
debido a sus modificaciones de volumen del abdomen, de sus movimientos, y de su sobrepeso, sobre todo si es un embarazo múltiple. Estas circunstancias predisponen a una situación de fatiga superior.
Una de las patologías laborales de la embarazada más frecuente debida a sobreesfuerzos es la lumbalgia, cuya reduce especialmente en el tercer trimestre del embarazo.
Diversos estudios exponen una relación entre el estrés laboral y sus efectos en la embarazada, como la predisposición a abortos, partos prematuros, niños/as de bajo peso, y otros efectos. Merecen interés, especialmente, los efectos de los trabajos a turnos sobre la embarazada ya que se combinan elementos de fatiga laboral con los debidos a la alteración del biorritmo o ritmo sueño/vigilia, donde también interviene un mecanismo de fatiga.

¿POR QUE HABLAR DE FATIGA LABORAL?

Al evaluar los riesgos de un puesto de trabajo,si se hace en un momento determinado, es decir, de forma estática, no aparecerá la fatiga como un riesgo más. La fatiga es un riesgo dinámico, surge en el proceso de trabajo y puede convertirse en un riesgo excesivamente peligroso, en función del riesgo previamente existente. La fatiga aumenta exponencialmente las probabilidades de los riesgos. Si el riesgo presente al materializarse tiene consecuencias graves, la fatiga lo convierte en un riesgo inminente, con lo que la fatiga, a su vez, se ha convertido en un riesgo
peligroso que hay que prevenir y evitar. Esta es la paradoja de la fatiga: puede ser un riesgo peligroso, pero como en un principio está ausente no se la tiene en cuenta en el proceso de trabajo y, en consecuencia, puede convertir la ejecución de las tareas en una tragedia. Lo que se pretende pues, es calcular el incremento que soporta el riesgo cuando el trabajador está fatigado.
La persona que trabaja es más o menos vulnerable a las consecuencias de la fatiga, debido a factores individuales o personales, como la edad, el género, estado previo de salud, etc., pero las limitaciones humanas son naturalmente “humanas” en su sentido general. Por otra parte, la fatiga laboral se comporta como riesgo profesional, ya que hay relación entre la intensidad de la exposición a fatiga (agentes de riesgo laboral que causan fatigabilidad) y el tiempo o la duración de esta exposición con la aparición de síntomas o efectos de fatiga laboral.

Las variaciones en estos efectos, se manifiestan de forma diferente según las características individuales de la persona, ya que cada cual lo vive y padece de forma diferente pero, en definitiva, se traduce en todos los casos en una forma de sufrimiento humano. Además, se observa con frecuencia que condiciones laborales fatigantes similares, causan lesiones muy semejantes a las personas expuestas, lo cual confirma su origen laboral, en las condiciones de trabajo.
Para que estos planteamientos se manifestaran con evidencia, se ha considerado que es mejor seleccionar puestos de trabajo donde las capacidades óptimas de la persona sean imprescindibles para la seguridad propia y de los demás. Cuando un puesto de trabajo exige unas adecuadas condiciones tanto psíquicas como físicas, los deterioros o los fallos de las mismas se notan más llamativamente. Además si las capacidades son imprescindibles para la seguridad o incluso para la vida, el efecto del riesgo resalta aún más. Por estos motivos se considera idóneo realizar el estudio sobre personas que realizan tareas de conducción.

EL MECANISMO DE LA FATIGA

Es posible que de una forma natural se entienda directamente qué significa el hecho de tener fatiga, y cómo la persona puede sentir ese cansancio. Cuando se habla del cansancio o fatiga causada por el trabajo, es aún más comprensible, pues se entiende que cualquier tipo de tarea
o esfuerzo ya sea físico o psíquico es susceptible de causar fatiga con sus diferentes características e intensidades. La fatiga afecta al organismo como un todo (en su aspecto físico y psíquico) y en grado diverso, pues interviene también la percepción personal y las características personales. Es un mecanismo regulador del organismo, “de adaptación”, pues es como una alarma o una indicación de la necesidad de descanso del organismo. Supone una progresiva debilitación de la capacidad de resistencia de la persona que esté sometida a un esfuerzo intenso o prolongado. El concepto de fatiga puede estar claro desde la propia experiencia de la persona, es ese estado en que siente que sus capacidades han mermado, y del “ya no puedo más”, junto a un conjunto de efectos sintomáticos en relación con la persona y el tipo de esfuerzo, pero que en sí misma sabe reconocer, al menos en un estado previo, de fatiga aguda. Mientras que la fatiga puramente muscular (como la que se puede experimentar debida a una actividad deportiva) es un sentimiento doloroso muscular junto con la pérdida de otras funciones (como la habilidad, fuerza y destreza), la fatiga en su sentido general se entiende como una disminución de la capacidad de trabajo de cualquier modo (a nivel intelectual o psíquico, de funciones de vigilancia, de esfuerzos posturales, de los movimientos, etc.).


Puede entenderse que existen básicamente dos tipos de
fatiga:

La fatiga fisiológica: la debida al esfuerzo, a la carga de trabajo, y que se recupera con el descanso.

■ La fatiga patológica: no es solo consecuencia del esfuerzo, ni se recupera con el descanso o el sueño. Y se debe a varias causas de origen laboral, psicológico y social.
Pero también se describen tres tipos más de fatiga:
■ La fatiga muscular (o fatiga motora): intervienen la postura, las cargas, los horarios (variaciones de fuerza según la hora,...),... etc. Es posible la medición de la causa con el efecto a través de mediciones del consumo de oxígeno de la persona, de la frecuencia cardíaca,
etc.
■ La fatiga neurosensorial (o fatiga perceptiva): que a su vez puede ser de tipo visual (por sobrecarga de la vista trabajando con miniaturización, reflejos, iluminación incorrecta,... etc.), auditiva (dependiente de la intensidad y la frecuencia del ruido, así como del tiempo y
duración de la exposición), y táctil (reduciéndose la capacidad de percibir o discriminar por el tacto), etc.
■ La fatiga mental (o fatiga psicológica): teniendo en cuenta que los aspectos psicológicos están presentes en todos los tipos de fatiga.

LA FATIGA VISUAL

De una forma más específica se trata de la fatiga ocular, mediante el llamado CVS (Computer Vision Syndrome). Las personas que trabajan con pantallas de visualización de datos tienen el riesgo de padecer efectos como: ojos fatigados, irritados, con sensibilidad a la luz, visión borrosa, dolor de cabeza, etc. Las causas son múltiples, y dependen de la distancia del monitor, la existencia de reflejos, el tipo y uso de lentes adecuadas, etc.
Es debido generalmente por la necesidad de enfocar la vista a diferentes distancias (el teclado, el monitor, el documento) y esto hace que la acomodación del ojo se esté esforzando continuamente al tener que modificar los diferentes enfoques. Lo mismo ocurre con los cambios de convergencia que se realizan al ver de lejos y luego de cerca, causando un trabajo continuo de los ojos. También intervienen otros factores como la calidad del monitor, la electricidad
estática que atrae el polvo de la habitación a los ojos, la mala disposición ergonómica del equipo, de los reflejos, y de las condiciones particulares de la persona. Por este motivo se realizan recomendaciones preventivas para la protección de la vista cuando se trabaja con pantallas de datos, como el uso de filtros de pantalla, la humedad ambiental, la adecuación ergonómica del puesto, y las recomendaciones de revisión o control visual periódico.